Nicolas Malaisi

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viernes, 8 de octubre de 2010

Leelo es muy copado..

Recuerda que si persigues metas, deperdiciarás la vida, porque la vida no tiene meta. Es un juego sin propósito. No va para ninguna parte, es solamente cuestión de gozo. Esto es lo más difícil de comprender, porque la mente es matemática y pregunta: "Entonces, ¿cuál es el significado, cuál el propósito de la vida?". No hay propósito ni significado. Entonces la mente responde inmediatamente: "Si no hay significado, entonces, ¿para qué vivir, por qué no suicidarse?".

La vida es como un juego, de manera que no la conviertas en un negocio, porque se te pasará de largo. Pasará de largo si conviertes en negocio serio aquello que es un juego. Juega bien, pero no pienses en sacar provecho del juego. Sé como los niños, que sencillamente juegan sin preocuparse por lo que puedan obtener del juego. Los niños, aunque pierdan en el juego, brincan y saltan de alegría. El fracaso no es fracaso si es un juego; la derrota no es derrota si es un juego.

Pero cuando se trata de un negocio serio, hasta la victoria es una derrota. Pregúntales a los Napoleones y Alejandros del mundo: hasta la victoria es derrota. ¿Qué encuentran al final? Salen victoriosos pero no han logrado nada. Ansiaban tanto ese resultado y ahora que lo han conseguido se sienten frustrados y sienten que han desperdiciado la vida.

Pero verán, si la vida tuviera significado, una meta; todo sería repugnante porque sería como un negocio. Si hay propósito, la vida pierde su poesía. Hay poesía porque no hay propósito. ¿Por qué florece una rosa? Si le preguntaras a la rosa, ésta respondería: "No lo sé -pero es tan bello florecer, que no hay necesidad de saber-. Florecer es hermoso en sí"

Si le preguntas a un pájaro por qué canta, quedaría perplejo ante la necedad de la pregunta. El canto es tan bello, es una bendición tan grande que para qué preguntar. Pero la mente busca la meta porque siempre desea alcanzar algo -es incapaz de limitarse a disfrutar-. Necesita algo en el futuro, lograr alguna meta para sentirse bien. Si no hay nada para lograr, la mente fracasa. Pero el fracaso es el final inevitable del esfuerzo.

No hay propósito, no hay meta. En este mismo momento, toda la existencia está de fiesta -toda ella menos tú- ¿Por qué no participas? ¿Por qué no ser como la flor que abre sus pétalos sin perseguir objetivo alguno? ¿Por qué no ser como el río que fluye sin propósto alguno? ¿Por qué no ser como el océano que rumorea de alegría?... ¿En qué radica la belleza de un niño? En que no está contaminado todavía por la mente, la cual sólo busca propósito, significado y metas. El niño se limita a jugar y no se preocupa por lo que pueda traer el día siguiente".

Osho, La armonía oculta. Conversaciones sobre Heráclito

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